Turismo

La ciudadela de Marcahuamachuco, está situado al oeste de la actual ciudad de Huamachuco, tuvo enorme importancia económica y militar. Según las leyendas, ahí reinó el curaca Tauricuxi, bajo la tutela de su dios Atagujo, desde donde dominaron el valle andino.
Amanece en los andes liberteños. En la plaza de armas de Huamachuco, un viento helado nos golpea el rostro, mientras nuestra habitual casera nos prepara un vaso de emoliente. Niños y adultos circulan de un lado a otro dirigiéndose a sus quehaceres diarios mientras sigo esperando al resto de compañeros que nos guiarán en nuestra visita a la impresionante fortaleza de piedra de Marcahuamachuco.
Este imponente complejo arqueológico, se ubica a 3700 msnm, en la cima del cerro Marka Huaman Churo, desde donde domina el valle andino. Fue habitado entre los años 400 y 1000 DC por los wachemines, quienes utilizaban un lenguaje propio llamado “culli”, estos formaron el señorío Huamachuco en pleno apogeo de los mochicas. Conservaron su autonomía hasta que su dios principal llamado Atagujo se subordino al sol y fueron absorbidos por la expansión del Tahuantinsuyo.
Desde la plaza de armas empezamos la caminata, nos lleva un poco más de 2 horas cubrir los 9 km de trocha carrozable que nos separa de la ciudadela. Avanzamos lentamente, fatigados por la subida y vamos encontrando vestigios del complejo, pequeñas pircas, algunos peldaños, parte del camino, pero nada de eso se compara cuando llegamos a una imponente muralla que nos ensimismados.
El complejo parece sobre dimensionado, enormes paredes nos hacen sentir empequeñecidos, nuestros guías nos cuentan que estas enormes paredes estuvieron adornadas con cabezas clavas que los pobladores fueron llevándoselas a sus casas. Al fondo se ven las otras edificaciones, el castillo, las monjas, los corrales y cerro viejo cada uno con características propias y diferentes, mientras nosotros atravesamos el ambiente denominado el observatorio.
El Castillo presenta doble muralla al igual que los Corrales pero esta última nos impresiona mucho más por que la doble muralla es circular, con muros que tienen fácilmente 3 o 4 pisos de altura, dentro del cual se encuentran edificaciones rectangulares más pequeñas. Dinteles de piedra que permiten mantener las construcciones tan altas, forman un ritmo ordenado que sorprende. Son 5 kms cuadrados, rodeados de agrestes rocas y profundas quebradas. Desde la cima se observa el majestuoso valle del Condebamba, cortado por un cristalino río. El colorido lo complementan los bosques y cultivos de papas con sus flores blancas y moradas, el cielo azul intenso tupido por coposas nubes.
Con la conquista inca empieza la decadencia de los huamachucos. La organización se mantuvo para no interferir con sus costumbres y se convirtió en un centro religioso, político y militar. Los contribuyentes de los valles aledaños venían aquí a depositar sus impuestos en las numerosas colcas que ahora son recorridas por rebaños de ovejas.

Llegamos hasta Huamachuco por una carretera afirmada en un recorrido de 9 horas por bus desde la cálida ciudad de Trujillo. Está considerada como el centro del llamado eje altoandino que se inicia en la provincia de Otuzco y llega hasta la alejada provincia de Bolívar, se le conoce por ser zona productora de productos agrícolas, pues la mayoría de sus habitantes se dedican a la agricultura, constituyéndose en una de las principales abastecedoras del mercado costeño.
En los últimos años, Huamachuco se ha convertido en una zona atractiva para los visitantes nacionales y extranjeros. Se ha ido incrementado en forma paulatina el flujo de turistas a esta ciudad, atraídos por la belleza de sus paisajes, sus hermosas lagunas como la Laguna del Toro o la Laguna de Sausacocha, sus fuentes de aguas termales ubicadas en Yanasara y los vestigios de una de las más antiguas culturas pre incas.
Luego de inflar el pecho de orgullo al sentir la energía positiva que irradian estos enormes muros de 15 metros de altura y de compartir con su gente solidaria y alegre como sus ancestros. Huamachuco nos ofrece descansar al pie de la hermosa laguna Sausacocha, junto a un sabrosísima trucha frita.